por Pablo Santomauro
En círculos cristianos modernos los nervios se alteran
cada mes de octubre con motivo de la proximidad del festival de Halloween. La
celebración de la noche del 31 de octubre, “Halloween”, está firmemente
asociada con el festival pagano que marcaba el inicio del invierno conocido
como la noche de Samhain, el antiguo festival céltico en honor a los muertos.
Según la tradición, en esta noche las
fronteras entre este mundo y el más allá se diluían, y una serie de demonios,
duendes y otros seres malignos eran dejados en libertad por las fuerzas del
mal, para atacar a los seres humanos. Como táctica de distracción, muchos se
vestían como seres diabólicos y participaban en ceremonias de corte satánico
para pasar desapercibidos y no ser atacados por los espíritus.
Además, se ofrecían sacrificios de
animales y otras ofrendas para apaciguar a los dioses, y también para que las
almas de los muertos hicieran el viaje definitivo al más allá, ya que según la
creencia, éstas permanecían vagando por este mundo aún después de la muerte de
la persona.
Lo que tanto el público en general como
muchos cristianos no saben, es que Halloween (contracción de “Hallow Evening”)
es también una fecha conmemorada por la fe cristiana, pero con un simbolismo y
contenido totalmente diferente al que el ambiente secular le adjudica.
Cuando en el siglo VII el cristianismo y
su influencia alcanzaron las regiones célticas, el Papa Bonifacio IV decretó
que el 1 de noviembre de cada año debería celebrarse el “Día de Todos los
Santos” (All Saints Day) en honor a todos los mártires de la fe cristiana. Debido
a ciertas raíces culturales originadas en el judaísmo, este día comenzó a
celebrarse en la noche del día anterior, Octubre 31, y por tradición la víspera
era tan importante como el día mismo.
¿Por qué se escogió esta fecha en
particular?
Precisamente porque en este día, como ya explicamos, se celebraba
el festival pagano de Samhain, y la fecha también marcaba el comienzo del
invierno. El objetivo de la Iglesia fue el de establecer una celebración rival
con la esperanza de ganar para Cristo un mundo donde prevalecían el paganismo y
la superstición.[1]
La Iglesia confrontó la ignorancia y la superstición
con el mensaje de Cristo. Jesús había vencido a la muerte; depositando fe en él
ya no había necesidad de rituales, fogatas, disfraces, etc.
Hoy en día es obvio que con excepción de los paganos
activos y los que están involucrados en brujería y satanismo, Halloween es un
festival totalmente secular. No estoy diciendo que no tenga connotaciones
satánicas, sino que debido a la ignorancia fenomenal de las masas, éstas no son
conscientes de los vínculos entre la fiesta y el enemigo de nuestras almas.
Sugerencias para los cristianos
La pregunta que tiene mayor relevancia es, por
supuesto, ¿qué debemos hacer los cristianos? En primer lugar aclaremos que en
realidad no tenemos por qué hacer nada. Nuestra libertad en Cristo nos permite
hacer caso omiso del día. De todos modos, he aquí algunas sugerencias:
1.
Enseñemos en este día a nuestros hijos,
familiares, amigos o compañeros de trabajo, que aunque la muerte y Satanás son
reales, aquellos que reciben a Cristo como Salvador de sus vidas ya no deben
temerles. Jesús venció la muerte y nosotros somos vencedores sobre las
tinieblas por la fe en Jesucristo.
2.
Muchas iglesias organizan en esta noche
festivales para los niños de contenido religioso, con disfraces emulando
personajes bíblicos. A ésto agregan juegos y por supuesto los dulces, de esa
forma los niños no son tentados a salir a las calles para pedir dulces a los
extraños.
Curiosamente, los padres pasan todo el año aconsejando
a sus niños que no acepten dulces de ningún extraño, pero en Halloween los acompañan
a golpear puertas solicitando dulces precisamente de manos de extraños. Es
obvio que estamos ante una generación confundida.
3.
A nivel del hogar, esta es la noche
indicada para compartir con los niños la historia de algún mártir cristiano.
Abundan los libros con historias edificantes. También comparta con ellos la
noción de que Satanás sí existe pero no es el famoso personaje con el pijama
rojo de las revistas cómicas. Por el contrario, es un adversario poderoso que
se disfraza de “ángel de luz” (2 Co. 11:14) y cuyo propósito es arruinar la
vida de las personas desde su temprana edad. Enseñemos luego sobre la armadura
de Dios en Efesios 6. El pasaje nos enseña como resistir y vencer efectivamente
al enemigo.
Conclusión
Es importante que como cristianos encontremos la
posición más equilibrada. No demos al mundo la impresión de que somos
paranoides dominados por un estado de pánico que nos lleva a escondemos debajo
de la cama durante la noche de Halloween. Tampoco vayamos al otro extremo, o
sea, celebrar Halloween exactamente de la misma forma que ellos lo hacen. En
lugar de ello, usemos esta fecha estratégicamente para enfatizar la victoria de
Cristo sobre los poderes de las tinieblas.
Otra buena razón para conmemorar: Octubre 31, 1517,
fue el día que el padre de la Reforma, Martín Lutero, clavó las 95 tesis en la
puerta de la iglesia-castillo de Wittemberg, iniciando así el proceso de
desprendimiento de la iglesia corrupta de Roma y marcando el nacimiento del
movimiento protestante. Claramente, fue la segunda fecha más importante del
cristianismo y la historia del mundo luego del nacimiento y la muerte de
nuestro Señor Jesucristo.
[1] La Iglesia siempre tuvo una estrategia
bien definida en cuanto a procurar contrarrestar fiestas paganas con
celebraciones de carácter religioso. El objetivo fue evangelizar un mundo donde
prevalecía la ignorancia, el paganismo y la superstición. Por ejemplo, la
Navidad y el Domingo de Resurrección son conmemorados en fechas que los paganos
homenajeaban a ciertas divinidades. La idea puesta en práctica por la Iglesia
no fue promover un festival pagano, sino establecer una celebración rival.